jueves, 3 de junio de 2010
Vañoración IA María
LA INVESTIGACION EN LA ACCION, LA DIDACTICA Y LA FORMACION DEL PROFESORADOEl siglo pasado comenzó a desarrollarse la investigación en la acción, como modelo y estrategia de intervención social.Desde entonces, y hasta la actualidad, el desarrollo de la investigación-acción se ha expandido exponencialmente a los ámbitos más variados de las ciencias sociales y en casi todos los países y continentes del planeta.La investigación-acción es una forma de investigación que se caracteriza, por el hecho de ser realizada por las propias personas que desarrollan una actividad profesional, en nuestro caso, por el profesorado .Pueden contar o no con la participación pero el rasgo definitivo para caracterizar a una investigación es que tanto la dirección, como el desarrollo y el control de todo el proceso investigativo recae en manos del propio profesorado.Para la educación la investigación-acción es el estudio sistemático que realizamos de nuestra propia manera de enseñar con el objetivo de mejorar nuestras prácticas docentes, nuestra comprensión de las mismas, así como el entorno y el contexto en el que las desarrollamos.El australiano Stephen Kemmis define la investigación-acción como que «es una forma de estudio introspectivo realizado por los participantes en situaciones sociales (incluidas las educativas) con objeto de mejorar la racionalidad y justicia de sus propias prácticas sociales o educativas, su entendimiento de estas prácticas.Dos supuestos se esconden tras esta definición por un lado, el del cuestionamiento de la racionalidad tecnológica, la que considera que los problemas educativos son únicamente de tipo técnico y no moral; por otro lado, el del rechazo de la visión instrumental de la práctica educativa, aquella que considera que el conocimiento experto tiene un valor netamente instrumental para solucionar los problemas educativos.Esta concepción de la investigación solo pudo empezar a tomar cuerpo cuando se comenzaron a desarrollar investigaciones sociales y educativas en las que las personas «investigadas», los y las docentes, tenían capacidad y posibilidades para exigir y dirigir su participación en las mismas.Kemmis, junto con Wilfred Carr, en su ya clásica obra Teoría crítica de la enseñanza (Carr y Kemmis, 1988), aplican al ámbito educativo la teoría de los tres intereses constitutivos del saber (técnicos, prácticos y críticos, respectivamente).Rahman y Fals Borda, al entender a la investigación acción participativa «no solo como una metodología de investigación con el fin de desarrollar modelos simétricos, sujeto/sujeto, y contraofensivas de la vida social, económica y política, sino también [como] una expresión del activismo social» acaban confundiendo la actividad científica con la política, al igual que siglos atrásFals Borda reconoce que no puede haber ciencia popular aunque defiende que «existe un aparato científico construido para defender los intereses de la burguesía, y este aparato es el que domina hoy a nivel local y general en las naciones llamadas occidentales.Carr y Kemmis recurren a la terminología «habermasiana»con sus cinco tesis o requerimiento formales que fundamentan, en su opinión, una teoría educativa crítica.— El rechazo de las nociones positivistas de racionalidad, objetividad y verdad;— la necesidad de emplear las categorías interpretativas de los docentes;— la identificación de las distorsiones ideológicas sobre sus interpretaciones;— la identificación de los aspectos del orden social que frustran el logro de fines racionales; y— la validez que quedará determinada por su relación con la práctica.Con estas tesis en la mano, rechazan y excluyen formas de investigación educativa como las evaluaciones sumativas, además de las de resultados y de expertos, los métodos experimentales y cuasi-experimentales, etcétera, llegando a afirmar que «pocas formas de investigación y evaluación en educación sobreviven a la prueba de estos requisitos»La estrategia de investigación-acción puede convivir perfectamente con otras prácticas investigadoras que partan de intereses diferentes y recurran, por tanto, a metodologías más cuantitativas y a un lenguaje que sigue anclado en una visión positivista de la ciencia. Carr y Kemmis afirman que «para que la teoría educativa tenga contenido, dicen que tiene que estar enraizada en las comprensiones de los educadores») o cuando asumen que «la primera función de la ciencia social crítica es la formación y generalización de teoremas críticos capaces de soportar un discurso científico».Dicho de otras manera, la didáctica como disciplina integrante se puede considerar como una ciencia humana puesto que entre los términos con los que opera se encuentran personas, sujetos humanos con características determinadas a la hora de establecer relaciones entre ellos, nunca podremos asegurar el logro de relaciones esenciales, de identidades sintéticas, ni, por supuesto, podremos establecer verdaderos «teoremas» didácticos.Para concluir, la única referencia común entre ambas concepciones, sea la proveniente de la teoría de la concientización de Paulo Freire en sus textos al destacar su papel influyente a la hora de atraer la atención de personas de otros lugares del mundo hacia Latinoamérica, como Carr y Kemmis.Pero ni unos ni otros profundizan en esa interesante analogía, que podría servir para tender puentes entre ambos mundos.INCIDENCIA DE LA INVESTIGACIÓN ACCIÓN EN LA FORMACIÓN DEL PROFESORADODebería considerar al futuro o actual profesorado como agentes profesionales que utilizan sus conocimientos y motivaciones para guiar su acción, como intelectuales.Además para que el profesorado asuma el papel que le exige su profesión, el de investigador de su aula, y para que las investigaciones no se realicen sin partir de sus necesidades profesionales, es imprescindible que existan centros y profesionales que desarrollen su trabajo de investigación en estrecho contacto con las actividades docentes y que se le reconozca al profesorado su capacidad investigadora, como demandábamos en España hace muchos años.Pero para todo esto habría que incorporar nuevos programas de investigación en los propios planes de estudio del profesorado de todos los niveles educativos.
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