Habermas examinó críticamente las legitimaciones del entendimiento positivista del saber y en el curso de su examen elaboró unsa teoría del conocimiento que mina seriamente el «cientificismo» (la fé de la ciencia en sí misma) de dos maneras concretas:
- demuestra que la ciencia ofrece sólo un tipo de conocimiento entre otros e intenta refutar que ella sea capaz de definir las normas con arreglo a las cuales se va a juzgar cualquier saber.
- oponiéndose a la pretensión de que la ciencia ofrece una explicación objetiva o neutral de la realidad, trata de revelar cómo los diferentes tipos de saber están configurados por el interés humano particular al que sirven.
Su teoría de los intereses constitutivos del saber refleja su rechazo de cualquier idea de que el saber sea producido por un supuesto acto intelectual «puro» cuyo agente se halle en actitud «desinteresada». El conocimiento nunca es producto de una «mente» ajena a las preocupaciones cotidianas; por el contrario, se constituye siempre en base a intereses que han ido desarrollándose a partir de necesidades naturales de la especie humana y que han ido siendo configurados por las condiciones históricas y sociales. Estos intereses constitutivos de los saberes son «trascendentales» o «a priori», en el sentido de que son presupuestos en cualquier acto cognoscitivo, y por tanto constituyen los modos posibles de pensamiento, por medio de los cuales puede ser constituída la realidad y se actúa sobre ella.
Habermas propugna que el saber humano se constituye en virtud de tres intereses constitutivos de saberes, llamados por él «técnico», «práctico» y «emancipatorio». El primero de ellos es el de los seres humanos que quieren adquirir conocimientos que les faciliten un control técnico sobre los objetos naturales. El saber resultante de este interés es, típicamente, un saber instrumental que adopta la forma de explicaciones científicas.La forma que asume dicho saber exige una actitud «desinteresada» y es un saber que ha producido buena parte del necesario para la industria y los procesos de producción, por lo que seguirá siendo necesario.
El sólo rechaza toda pretensión de que éste sea el único tipo de saber legítimo, aduciendo que el conocimiento del dominio simbólicamente estructurado de la «acción comunicativa» no es reducible a un saber científico, pues para comprender a otros es preciso haber captado los significados sociales que son constitutivos de la realidad social. Acudiendo a la tradición hermenéutica, aduce que los métodos del verstehen proporcionan un saber que sirve a un «interés práctico», al comprender y clarificar las condiciones para comunicaciones y diálogos significativos. En este sentido, el «interés práctico» genera conocimientos en forma de entendimiento interpretativo, capaz de informar y guiar el juicio práctico.
Pero como toda reducción de las ciencias sociales a la explicación de significados subjetivos pasa por alto que, a su vez, están condicionados por un contexto objetivo que limita lo mismo el alcance de las intenciones individuales como las posibilidades de su realización, el planteamiento interpretativo no está en situación de valorar en qué medida cualquier forma existente de comunicación puede hallarse sistemáticamente distorsionada por las condiciones sociales, culturales o políticas imperantes. De ello se sigue que el interés «práctico» hacia la comunicación sólo se persigue adecuadamente una vez identificadas y eliminadas las condiciones alienantes.
Por ello debe existir un interés «emancipador» que exige que se ultrapasen cualesquiera preocupaciones estrechas para con los significados subjetivos a fin de alcanzar un conocimiento emancipador acerca del marco de referencia objetivo en el que pueden producirse la comunicación y la acción social. Es de este conocimiento objetivo del que quiere ocuparse la ciencias social crítica.
Habermas postula que cada uno de esos intereses constitutivo de saberes asume forma en un modo particular de organización social o «medio» y que el saber que cada interés genera da lugar a una ciencia diferente.
Interés Saber Medio Ciencia
Técnico Instrumental El trabajo Empírico-analíticas o
(explicación causal) naturales
Práctico Práctico El lenguaje Hermenéuticas o
(entendimiento) «interpretativas»
Emancipatorio Emancipatorio El poder Ciencias críticas
(reflexión)
La ciencia social crítica es, por tanto, la que sirve al interés emancipatorio hacia la libertad y la autonomía racional. De aquí que una ciencia social crítica procure ofrecer a los individuos un medio para concienciarse de cómo sus objetivos y propósitos pueden haber resultado distorsionados o reprimidos, y especificar cómo erradicarlos de manera que posibilite la búsqueda de sus metas verdaderas. En este sentido, la ciencia social crítica suministrará el tipo de entendimiento autorreflexivo mediante el cual los individuos se explicarán, por qué les frustran las condiciones bajo las cuales actúan, y se sugerirá la clase de acción necesaria para eliminar, si procede, las fuentes de tal frustración.
- demuestra que la ciencia ofrece sólo un tipo de conocimiento entre otros e intenta refutar que ella sea capaz de definir las normas con arreglo a las cuales se va a juzgar cualquier saber.
- oponiéndose a la pretensión de que la ciencia ofrece una explicación objetiva o neutral de la realidad, trata de revelar cómo los diferentes tipos de saber están configurados por el interés humano particular al que sirven.
Su teoría de los intereses constitutivos del saber refleja su rechazo de cualquier idea de que el saber sea producido por un supuesto acto intelectual «puro» cuyo agente se halle en actitud «desinteresada». El conocimiento nunca es producto de una «mente» ajena a las preocupaciones cotidianas; por el contrario, se constituye siempre en base a intereses que han ido desarrollándose a partir de necesidades naturales de la especie humana y que han ido siendo configurados por las condiciones históricas y sociales. Estos intereses constitutivos de los saberes son «trascendentales» o «a priori», en el sentido de que son presupuestos en cualquier acto cognoscitivo, y por tanto constituyen los modos posibles de pensamiento, por medio de los cuales puede ser constituída la realidad y se actúa sobre ella.
Habermas propugna que el saber humano se constituye en virtud de tres intereses constitutivos de saberes, llamados por él «técnico», «práctico» y «emancipatorio». El primero de ellos es el de los seres humanos que quieren adquirir conocimientos que les faciliten un control técnico sobre los objetos naturales. El saber resultante de este interés es, típicamente, un saber instrumental que adopta la forma de explicaciones científicas.La forma que asume dicho saber exige una actitud «desinteresada» y es un saber que ha producido buena parte del necesario para la industria y los procesos de producción, por lo que seguirá siendo necesario.
El sólo rechaza toda pretensión de que éste sea el único tipo de saber legítimo, aduciendo que el conocimiento del dominio simbólicamente estructurado de la «acción comunicativa» no es reducible a un saber científico, pues para comprender a otros es preciso haber captado los significados sociales que son constitutivos de la realidad social. Acudiendo a la tradición hermenéutica, aduce que los métodos del verstehen proporcionan un saber que sirve a un «interés práctico», al comprender y clarificar las condiciones para comunicaciones y diálogos significativos. En este sentido, el «interés práctico» genera conocimientos en forma de entendimiento interpretativo, capaz de informar y guiar el juicio práctico.
Pero como toda reducción de las ciencias sociales a la explicación de significados subjetivos pasa por alto que, a su vez, están condicionados por un contexto objetivo que limita lo mismo el alcance de las intenciones individuales como las posibilidades de su realización, el planteamiento interpretativo no está en situación de valorar en qué medida cualquier forma existente de comunicación puede hallarse sistemáticamente distorsionada por las condiciones sociales, culturales o políticas imperantes. De ello se sigue que el interés «práctico» hacia la comunicación sólo se persigue adecuadamente una vez identificadas y eliminadas las condiciones alienantes.
Por ello debe existir un interés «emancipador» que exige que se ultrapasen cualesquiera preocupaciones estrechas para con los significados subjetivos a fin de alcanzar un conocimiento emancipador acerca del marco de referencia objetivo en el que pueden producirse la comunicación y la acción social. Es de este conocimiento objetivo del que quiere ocuparse la ciencias social crítica.
Habermas postula que cada uno de esos intereses constitutivo de saberes asume forma en un modo particular de organización social o «medio» y que el saber que cada interés genera da lugar a una ciencia diferente.
Interés Saber Medio Ciencia
Técnico Instrumental El trabajo Empírico-analíticas o
(explicación causal) naturales
Práctico Práctico El lenguaje Hermenéuticas o
(entendimiento) «interpretativas»
Emancipatorio Emancipatorio El poder Ciencias críticas
(reflexión)
La ciencia social crítica es, por tanto, la que sirve al interés emancipatorio hacia la libertad y la autonomía racional. De aquí que una ciencia social crítica procure ofrecer a los individuos un medio para concienciarse de cómo sus objetivos y propósitos pueden haber resultado distorsionados o reprimidos, y especificar cómo erradicarlos de manera que posibilite la búsqueda de sus metas verdaderas. En este sentido, la ciencia social crítica suministrará el tipo de entendimiento autorreflexivo mediante el cual los individuos se explicarán, por qué les frustran las condiciones bajo las cuales actúan, y se sugerirá la clase de acción necesaria para eliminar, si procede, las fuentes de tal frustración.
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