Resumen:
Los aprendizajes que se producen y suceden tanto dentro como fuera de nuestras instituciones educativas acaban influyendo decisivamente en nuestro desarrollo. En el exterior de las escuelas se transmiten una serie de conocimientos, actitudes y valores de manera inconsciente o involuntaria, los cuales no se explicitan como metas educativas y esto forma parte de lo que se ha denominado currículum oculto.
Para comprender más detenidamente esta situación, debemos indagar acerca de la procedencia de este tipo de actitudes y por ello, tenemos que adentrarnos en analizar la organización escolar y sus relaciones jerárquicas, las interacciones que se suceden tanto dentro como fuera del aula, la utilización que se hace del lenguaje y la imagen de la mujer que se proyecta a través de los manuales escolares.
Con respecto a la organización escolar y sus relaciones jerárquicas, cabe apuntar que la figura del profesor ocupa aquellos puestos considerados de responsabilidad (equipo directivo), mientras que a la profesora se la destina únicamente al desempeño de funciones menos prestigiosas (limpieza, cuidado de niños/as). Además, dichos estereotipos están presentes entre el propio alumnado, ya que echando un simple vistazo a las actividades que éstos desarrollan fuera del aula (utilización de los diferentes materiales curriculares, estilos de conducta...), podemos comprender perfectamente como los roles que adquieren uno u otro sexo se van transmitiendo imparablemente.
En relación a las interacciones que se producen tanto dentro como fuera del aula, comentar que los niños y niñas que interaccionan entre sí y con el profesorado dentro de la escuela van aprendiendo sus respectivos roles por medio de las rutinas que gobiernan la vida académica cotidiana.
Siguiendo en esta misma línea, en los años 50 había indicaciones para dirigirse de manera diferente a niños y niñas. Ya en los años 70, las investigaciones dejaban entrever la actitud de rechazo que tenían los docentes hacia el sexo femenino. No obstante, esta situación ha ido sufriendo constantes transformaciones con el paso de los años, aunque en el estudio realizado por Subirats y Brullet en la década de los ochenta, se ha demostrado que la diferenciación de actividades y la distribución del patio en razón del sexo ha ido desapareciendo, pero todavía seguía presente la exclusión de las niñas a ámbitos poco prestigiosos y sin olvidar que el profesorado aún seguía admirando más a los chicos que a las chicas. En el año 2002, Subirats revisó las conclusiones extraídas de su investigación, y señala que en la actualidad se ha producido una cierta sensibilización a la hora de tener en cuenta a las niñas dentro del aula y lo más importante de todo, es que existe una distinción significativa entre “niños-niñas” y “profesores-profesoras”.
Otro aspecto a debatir tiene que ver con las creencias del profesorado y esto se refleja en numerosas investigaciones llevadas a cabo por diferentes profesionales tales como Spear, Clarriocates y Alberdi. Los dos primeros afirman que el profesorado recurría a las diferencias sexuales para justificar determinadas actitudes y estos calificativos se distinguían en función del sexo. Los niños considerados más seguros, agresivos o arriesgados y se encontraban mejor capacitados para el estudio de disciplinas científicas, matemáticas y ciencias mientras que las niñas eran más ordenadas, pasivas o curiosas y se interesaban más por la literatura o la enseñanza doméstica. Por otro lado, Inés Alberdi, desde la perspectiva sociológica, ha afirmado que a las alumnas se les atribuía un mejor resultado académico como consecuencia de sus capacidades: constancia, perseverancia, etc. Por lo tanto, se puede decir que dichas diferencias se entienden como “formas de ser” de los unos y otras.
El último aspecto a analizar está relacionado con la imagen que se difunde de la mujer a través de los manuales escolares, ya que las editoriales suelen deformar la realidad en función de sus objetivos y es esa imagen la que llega a nuestras escuelas. Continuando en esta línea, cabe destacar que el papel que se asigna a las mujeres dentro de los textos suele ser objeto de esas distorsiones, las cuales acaban ocultando la presencia de las mujeres en la historia e incluso, en la propia ciencia.
A mediados de los 80, Garreta y Careaga llevaron a cabo una investigación sobre libros de texto de numerosas editoriales españolas. Entre las conclusiones obtenidas se puede comentar que la escuela continuaba educando sutilmente a niños y niñas, transmitiendo una distribución social de los roles por sexos y un aspecto importante a recalcar dentro de esta investigación, tiene que ver con la explicación de la incidencia del modelo eminentemente masculino que se manifiesta a través de los textos y cuya respuesta se encuentra inmersa en el propio mundo cultural en el que éstos se producen.
Sin embargo, esta ausencia no se limita únicamente a la exclusión de la mujer como sujeto de la ciencia sino también como objeto, puesto que la historia, desde sus orígenes, aparece representada por la figura del valor y como consecuencia de ello, las alumnas inmersas en nuestros sistemas educativos no encuentran modelos de referencia con los que éstas se puedan identificar dentro de esos manuales, lo cual da la sensación de que éste es un campo ajeno y que no lo pueden incluir en sus expectativas de futuro.
Valoración Personal:
En la actualidad se ve necesario reflexionar sobre las prácticas que aún incentivan las desigualdades de género, ya que tanto dentro como fuera de la escuela todavía se fomenta la discriminación en función del sexo. Asimismo, he de decir que, como bien nos ha enseñado Gloria Braga, el conocimiento no sólo se produce a través de un currículum reglado, sino que también fuera de las aulas se aprenden aspectos que de igual manera acaban influyendo en nuestro desarrollo integral como personas.
Por ello, considero imprescindible producir un cambio en la mentalidad de nuestros ciudadanos con el fin de sensibilizar a éstos de la importancia que tiene la igualdad entre hombres y mujeres hoy en día, evitando de este modo que las familias continuaran reproduciendo estereotipos e incluso, sus hijos e hijas asimilarían que todos los seres humanos somos iguales y que no hay razón alguna para rechazar o excluir a una persona en razón a su sexo. Por lo tanto, debemos inculcar unos valores de igualdad en edades tempranas y principalmente en los contextos familiares y escolares, es decir, repartiendo tareas semejantes entre niños y niñas, el aprendizaje del respeto…, pero para conseguir esto, nosotros mismos debemos dar buen ejemplo de ello y la manera más idónea consiste sencillamente en poner en práctica estas actitudes tanto en casa como en el interior de las escuelas, puesto que los más pequeños tienen una capacidad innata de imitación.
También cabe indicar que las mujeres últimamente están ocupando puestos no relacionados únicamente con el ámbito educativo y doméstico, sino también ejecutivo y judicial (jueza). Con ello, vemos que se está dejando espacio para incluir a la mujer dentro de nuestra sociedad, dejando de ser una mera “chacha” destinada solamente al cuidado de la familia. A pesar de estos minúsculos avances, debemos de hacer cambios en nuestro propio contexto: ¿Por qué nunca ponemos en nuestros trabajos de clase las terminaciones o/a?. A mi forma de ver, es un paso más a la igualdad, aunque a otras personas les parezca un hecho insignificante.
Continuando en esta misma línea, me gustaría conocer alguna razón de por qué no hay conductoras de Fórmula 1, ¿acaso son peores?. Creo que la clave para promover esa igualdad está en una modificación o cambio en la mentalidad de nuestra sociedad, la cual es un tanto retrasada en comparación a otros países. Por ello, debemos y tenemos la obligación de propiciar un cambio con el objetivo de erradicar las concepciones machistas aún presentes entre la población y así formar una sociedad nueva y lo más importante de todo, más igualitaria.
Con respecto a la figura del sexo femenino en el interior de nuestras instituciones educativas, se puede comentar que éstas siempre han estado sometidas a una discriminación bastante acentuada por parte del sexo masculino, lo cual les ha impedido evolucionar y progresar dentro de las mismas. Entre las causas que han provocado esa exclusión destacan: la oposición de las familias, la infravaloración de los docentes ante sus capacidades, problemas económicos, etc. Esta situación demostraba la poca confianza que se depositaba sobre las chicas, repercutiendo negativamente en su formación y esto se traduce en la escasa ocupación de puestos de responsabilidad, aunque cada vez más mujeres desempeñan oficios que suponen un cierto prestigio dentro de nuestra sociedad.
Vinculado a lo anterior, cabe decir que la labor de la mujer ha sido muy poco valorada desde épocas ancestrales, puesto que “ella” siempre se ha encargado tanto del trabajo dentro como fuera del hogar, así como de la educación de sus hijos e hijas. Respecto a este último hecho, me remito a las reuniones de padres o a las charlas con los docentes, en su mayoría, sólo acuden las madres a tales actos, dando la sensación de que la educación de sus hijos e hijas es una obligación innata al género femenino y sin embargo, no debemos olvidar que la educación de los hijos e hijas es una tarea tanto de padres como de madres.
En relación a la escasa referencia que se hace al sector femenino dentro de los manuales y textos escolares, apuntar que sería necesario que nuestros docentes, antes de escoger el libro de texto a utilizar en sus respectivas clases magistrales, realicen un análisis exhaustivo y crítico acerca de la información que se difunde en el mismo, ya que cabe la posibilidad de que todo lo que ahí se refleja no sea del todo veraz e incluso, puede que esa información se encuentre adornada con matices poco realistas o bañadas en referencias consideradas sesgadas. Así pues, me gustaría comentar que esa escasa referencia a las mujeres a lo largo de nuestra historia se ha visto ocultada principalmente por la sociedad tan machista en la que nos encontrábamos y en donde éstas carecían de cierto prestigio o poder para equipararse al mismo nivel que el hombre, pero gracias a su constancia y persistencia han conseguido obtener prácticamente los mismos derechos que el hombre y, al mismo tiempo, de perseguir la mayor igualdad posible tanto en el ámbito educativo como en el ámbito social. No obstante, he de decir que las niñas deben comprender que para conseguir una completa inclusión, todas y cada una de ellas tienen que luchar por alcanzar tal derecho y no quedarse conforme con la discriminación tan acentuada que se hace al género femenino, hoy en día, dentro de nuestros libros de texto.
A modo de conclusión, me gustaría comentar que aún queda mucho camino por recorrer, aunque he de reconocer los adelantamientos que se han producido en vistas a unos años atrás como son la incorporación de la mujer al mundo laboral, el derecho de la mujer a recibir una educación y la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.
sábado, 15 de mayo de 2010
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